La parálisis cerebral infantil espástica ( PCI) es una enfermedad debida a un daño irreversible pero no progresivo del sistema nervioso central que tiene diferentes causas, como hemorragia o isquemia.
Clínicamente se manifiesta con graves dificultades motoras, no siempre asociadas a problemas intelectuales.
Las dificultades y torpezas en los movimientos más comunes, en cambio, progresan y empeoran especialmente durante el período de crecimiento del niño.
Es una enfermedad que todavía hoy afecta a un niño de cada 500 nacimientos y su incidencia no tiende a disminuir. De hecho, precisamente por una mayor supervivencia de los partos prematuros que representan el 50 por ciento de los niños afectados por parálisis cerebral infantil o de niños con malformaciones graves, el número de nuevos casos de parálisis cerebral infantil se ha mantenido invariable en los últimos 10 años.
Lamentablemente, para esta patología no se puede hablar de prevención, dada la falta de previsibilidad de muchas de las causas que la provocan. Sólo un abordaje multidisciplinar de la enfermedad y la definición de estrategias terapéuticas dirigidas compartidas por los distintos especialistas implicados puede ayudar a mejorar la calidad de vida de estos niños.