Tumores de las vías biliares
Los tumores de las vías biliares se originan en los conductos que transportan la bilis desde el hígado hasta los intestinos. Son enfermedades raras que afectan principalmente a sujetos con edades comprendidas entre los 50 y los 80 años. A veces, estos tumores provocan una obstrucción en la salida de la bilis, lo que es responsable de una serie de síntomas que incluyen la típica coloración amarilla de la piel y los ojos (ictericia), la presencia de heces pálidas y orina oscura, picazón, pérdida de apetito y peso, fiebre y dolor abdominal. En muchos casos, el diagnóstico de estos tumores se realiza en un estadio avanzado. Es posible que estas neoplasias se desarrollen a partir de las vías biliares presentes dentro o fuera del hígado (neoplasias intra y extrahepáticas).
Entre las formas más comunes de tumor extrahepático se encuentran el tumor de vesícula biliar y el tumor de Klatskin que se origina en el punto de unión entre las vías biliares derecha e izquierda.
Las formas con desarrollo intrahepático se presentan principalmente en pacientes afectados por enfermedades del tracto biliar como colangitis esclerosante primaria y cálculos biliares.
Factores de riesgo
Los principales factores de riesgo para esta patología son:
- edad: es un tumor que se presenta principalmente después de los 65 años
- enfermedades crónicas de las vías biliares como la colangitis esclerosante primaria, la presencia de cálculos en las vías biliares y vesícula biliar, quistes del conducto biliar común
- enfermedad inflamatoria crónica del intestino
- obesidad
- cirrosis y hepatitis crónica por virus B y C
- fumar
- diversos agentes ambientales, incluidas las dioxinas, las nitrosaminas, el radón y el amianto
¿Cómo se pueden prevenir los tumores de las vías biliares?
No se dispone de una estrategia de prevención eficaz para estos tumores. No obstante, la adopción de un estilo de vida saludable (no fumar, dieta equilibrada, control de peso) puede contribuir a la prevención de esta rara enfermedad.
En cualquier caso, es muy importante que los pacientes que padecen enfermedades inflamatorias de la vía biliar, que pueden conducir al desarrollo de este tipo de tumores, sean sometidos a un estrecho seguimiento encaminado a un diagnóstico precoz del cáncer.
como diagnosticar
Las tecnologías para evaluar el cáncer de las vías biliares incluyen:
Ultrasonido
Suele constituir la primera prueba de imagen abdominal, en caso de sospecha clínica de tumor de la vía biliar. Con esta prueba absolutamente no invasiva, es posible precisar la presencia y extensión de la dilatación de la vía biliar y en ocasiones también el punto donde se produjo la obstrucción. A veces, el cirujano también puede usar ultrasonido durante la cirugía.
Resonancia Magnética (MRI) y Colangio-Resonancia
La resonancia magnética es el siguiente paso después de la ecografía para identificar la causa de la ictericia obstructiva. Cuando el paciente está ictérico (es decir, tiene escleróticas y piel amarillentas por valores elevados de bilirrubinemia), la evaluación de la RM, gracias a las secuencias destinadas al estudio de las vías biliares (RM-colangiopancreatografía o MRCP en inglés), pero siempre y en cualquier caso en asociación con la evaluación multiparamétrica básica, y posiblemente después del contraste, permite definir con certeza la naturaleza, la ubicación y la causa de la obstrucción. El método también encuentra aplicación en la estadificación local de la enfermedad.
Tomografía computarizada (tomografía computarizada)
Con la tomografía computarizada es posible precisar en detalle la anatomía del árbol biliar y el sitio del tumor, así como la posible difusión a estructuras contiguas. Con la última generación de equipos multicapa es posible adquirir escaneos extremadamente detallados de todos los órganos abdominales, incluidas las estructuras vasculares, y luego reprocesarlos en la computadora para obtener imágenes no solo axiales sino también coronales, sagitales y tridimensionales.
Además, el TAC tiene la tarea de orientar las biopsias dirigidas sobre la posible masa responsable de la obstrucción.
PTC y CPRE
Ante la presencia de dilatación de las vías biliares provocada por un tumor, en ocasiones es necesario recurrir a la colangiografía transhepática percutánea (CTP). Es una técnica de radiología intervencionista que permite opacificar las vías biliares a través de una aguja muy fina que se introduce en el hígado; a través de este acceso también es posible realizar un «cepillado» (cepillado) o una biopsia para obtener células o fragmentos diminutos de tejido para ser sometidos a análisis microscópico para el diagnóstico definitivo. La colangiopancretografía retrógrada endoscópica (CPRE) utiliza la inyección de medio de contraste en los conductos biliares a través de un endoscopio (gastroduodenoscopio) para obtener imágenes de los conductos biliares; en algunos casos se utiliza para poder examinar cualquier célula o muestra de tejido tumoral.
Tomografía por emisión de positrones (PET)
Es un método de medicina nuclear: se utiliza un radiofármaco que se acumula en las lesiones neoplásicas cuya característica es un alto metabolismo de azúcares. Se puede utilizar, en casos seleccionados, para evaluar la propagación de la enfermedad a los ganglios linfáticos y para identificar metástasis.
Análisis de Anatomía Patológica
Durante los procedimientos de diagnóstico, el médico también puede tomar tejido con preparación de preparaciones citológicas o microhistológicas.
Tratos
El tratamiento del colangiocarcinoma puede variar según la ubicación y la extensión del tumor. La terapia de elección está representada por la cirugía, que, sin embargo, a menudo no se puede implementar debido a los diagnósticos frecuentes en la etapa avanzada. En este caso, el paciente debe ser evaluado para quimioterapia, radioterapia o drenaje biliar.
Cirugía
Para los tumores de vías biliares que se localizan dentro del hígado, una cirugía conservadora guiada por ultrasonido permite extirpar el tumor de manera radical sin comprometer la reserva funcional del órgano.
Por el contrario, para los tumores de Klatskin o confluencia biliar, es necesaria una importante extirpación de tejido hepático, combinándola con la extirpación de la vía biliar que conecta el hígado con el intestino (duodeno), así como los ganglios linfáticos adyacentes. Esta cirugía se puede concluir con la reinserción quirúrgica de la vía biliar que drena la bilis residual del hígado con los intestinos. Dada la complejidad de la operación, los pacientes deben ser cuidadosamente preparados para que lleguen a la operación con una función hepática casi dentro de los límites y un volumen hepático residual estimado suficiente. Por lo tanto, la preparación para la cirugía puede ser larga y, a veces, incluir procedimientos invasivos:
Quimioterapia
Los esquemas de quimioterapia actuales para el tratamiento de tumores de vías biliares no representan un tratamiento definitivo, pero dan la posibilidad de ralentizar la progresión de la enfermedad, cuando ésta es inoperable. Habitualmente se utilizan regímenes de quimioterapia que implican el uso de dos fármacos administrados por vía intravenosa y caracterizados por una buena tolerabilidad. El pronóstico del paciente depende de la sensibilidad del tumor a los fármacos administrados. Aunque la remisión prolongada del tumor no es frecuente, los beneficios de la quimioterapia pueden materializarse en una mejoría del estado general (mayor sensación de bienestar por parte del paciente). A veces, la quimioterapia también se usa después de la cirugía para reducir el riesgo de una posible recurrencia.
Radioterapia
Los pacientes que no pueden ser intervenidos quirúrgicamente, en la mayoría de los casos por enfermedad ya avanzada en el momento del diagnóstico, pueden recibir radioterapia concomitantemente o no con quimioterapia. La intención de la radioterapia no es curativa, pero puede llevar a límites en la extensión local de la enfermedad, incluso con fines sintomáticos, en el caso de alteraciones relacionadas con la compresión o infiltración de órganos sanos cercanos. Usando técnicas más nuevas, como la radioterapia de intensidad modulada (IMRT), se pueden administrar dosis más altas de radiación con menos efectos secundarios. Sin embargo, el control local de la enfermedad sigue siendo limitado.
drenaje biliar
Utilizando las mismas modalidades descritas en el capítulo de diagnóstico (CTP y CPRE) es posible realizar un drenaje de las vías biliares con el fin de disminuir la ictericia, permitiendo al paciente una mejor calidad de vida. El procedimiento puede ser preoperatorio o incluso paliativo si el tumor se considera inoperable. En algunos casos, el catéter de drenaje puede sustituirse válidamente por un stent (una especie de malla metálica con forma de tubo) que queda dentro de la vía biliar donde se encuentra el tumor.
protocolos de investigacion clinica
El propósito de los protocolos de investigación clínica es determinar la seguridad y eficacia de una terapia: pueden no representar una cura, pero pueden prolongar la vida o mejorar su calidad. Para estos protocolos se puede prever el uso de nuevas moléculas de diferente origen, como quimioterapia o terapias biológicas, cuya acción se dirija al mecanismo de proliferación celular propio de un determinado tipo de neoplasia (fármacos «inteligentes»). Para más información y entender qué protocolos pueden ser adecuados para su caso, es recomendable que el paciente consulte a su médico de confianza.
Descargo de responsabilidad
La información dada debe entenderse como indicaciones genéricas y en ningún caso reemplaza la opinión del especialista.